jueves, 17 de diciembre de 2009

Control como consecuencia del dolor o dolor como consecuencia del control



El principio de todo ser humano en cualquier conflicto de la vida es el de aplicar dolor (en este caso físico) para controlar una situación y establecer un control hacia el adversario, prevaleciendo sobre todo la fuerza física, ya que sin ella no seríamos capaces de controlar una fuerza superior, generando esto un conflicto mayor en la batalla por el control del contrario.

Soy un alumno de la Kisei desde hace unos seis años y medio, y este era mi principio hasta que el estudio de mano de mis maestros y compañeros de entrenamiento, me demuestra día a día que este principio es un error, y sobre todo, demuestra miedo

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Antonio Monjo 1er Kyu Kisei Dojo

sábado, 12 de diciembre de 2009

El Método por Antonio Amado 4º dan de Karate.



El Método

Actualmente existen muchas artes marciales modernas, aunque la gran mayoría son derivaciones de las que considero son las originales, a saber, el karate, el judo y el aikido. He observado que no siempre es fácil encontrar una que contenga un método claro, dinámico, accesible, y hasta, permítanme la expresión, científico, que sea capaz de llevar al alumno desde donde se encuentra en su fase de principiante, hasta los escalones más elevados del arte. Dicho esto, considero que gozamos de un gran privilegio al tener un método de aprendizaje en nuestra escuela kisei, consistente en unos principios claros y bien definidos, que son pilares fundamentales que deben estar siempre presentes, independientemente de las técnicas o ejercicios que se ejecuten.

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viernes, 11 de diciembre de 2009

Concentración


Historias Zen
Pensamiento de Oriente


Concentración

Después de ganar varios concursos de arquería, el joven y jactancioso campeón retó a un maestro Zen que era reconocido por su destreza como arquero. El joven demostró una notable técnica cuando le dió al ojo de un lejano toro en el primer intento, y luego partió esa flecha con el segundo tiro. "Ahí está", le dijo el viejo, "¡a ver si puedes igualar eso!". Inmutable, el maestro no desenfundo su arco, pero invitó al joven arquero a que lo siguiera hacia la montaña. Curioso sobre las intenciones del viejo, el campeón lo siguió hacia lo alto de la montaña hasta que llegaron a un profundo abismo atravesado por un frágil y tembloroso tronco. Parado con calma en el medio del inestable y ciertamente peligroso puente, el viejo eligió como blanco un lejano árbol, desenfundó su arco, y disparó un tiro limpio y directo. "Ahora es tu turno", dijo mientras se paraba graciosamente en tierra firme. Contemplando con terror el abismo aparentemente sin fondo, el joven no pudo obligarse a subir al tronco, y menos a hacer el tiro. "Tienes mucha habilidad con el arco", dijo el maestro, "pero tienes poca habilidad con la mente que te hace errar el tiro".

Fragmento extraído de esta página: El arte de la Estrategia.